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España se consolida como gran espacio para las prohibiciones

La excesiva regulación europea y local convierten a Europa y España en foco de numerosas prohibiciones afirma Francisco Canals, periodista y director de la Agencia para la Picaresca quien ha dedicado los últimos 30 días a investigar, recopilar y clasificar algunas de las prohibiciones más curiosas de nuestro país

Prohibido fumar en establecimientos públicos, prohibido los chiringuitos en la playa, los crucifijos en lugares públicos o la venta de bollería en colegios. Prohibido tender ropa en balcones o correr en la vía pública sin causa justificada, prohibido poner un nombre extravagante o singular a un recién nacido, prohibido comer un cruasán en un coche o el uso del Burka en Tarragona. Prohibido el referéndum de Artur Mas, los toros en Catalunya, el aborto en España o las aceiteras reutilizables…

Canals advierte que el origen de tantas prohibiciones se debe a la existencia de un excesivo afán regulatorio que puede llegar a transgredir el libre albedrío, pero sobre todo a la existencia de una hiperestructura administrativa. Tan solo en España existen 2.917.000 personas asalariadas o funcionarias de la administración pública (según el INE), entre ellos 68.230 concejales, 8.116 alcaldes, 2.550 diputados autonómicos, 12.750 asesores y más de 1,5 millones de militantes de partidos políticos. Diarios como el BOE llegan a publicar un promedio de 5.665 resultados cada 7 días en los que consta la palabra clave prohibición. Canals declara, además, que cada día se publican un promedio de entre 7 y 9 noticias relacionadas con prohibiciones.

Algunas de estas prohibiciones afectan a las tradiciones, como la de regalar un pastel o rosca de Reyes Magos con un rey en su interior. Una futura regulación europea podría terminar con esta bonita tradición al prohibir la elaboración de alimentos con juguetes en su interior.

Pero las prohibiciones más controvertidas proceden de las ordenanzas municipales (afirma Canals). La playa es uno de los focos más afectados; en Barcelona está multado vestir sin camiseta aunque sea cerca de la playa, tampoco está permitido utilizar jabón en las duchas, reservar el sitio para la toalla, usar sombrillas oxidadas o jugar al fútbol o las palas junto a las toallas. En Tossa de Mar prohíben la práctica del sexo en la playa y en Mogán (Canarias) se sanciona a los bañistas que son pillados fumando en la arena.

La vía pública es otro sector afectado, afirma Francisco Canals; prohibido pasear al perro sin atarlo, prohibido beber en recipientes de cristal, prohibido bañarse en fuentes públicas o atar bicicletas al mobiliario urbano, prohibido dormir en un banco… En Madrid y Bilbao se sanciona con 750 euros aquellos que den de comer a las palomas o animales vagabundos. Otras prohibiciones afectan a padres con hijos como la norma que estipula la prohibición de dar de comer a los patos en parques públicos o circular por la acera con una bicicleta. Durante un tiempo en Valladolid y Benidorm estuvo prohibido dar limosna a los mendigos y En Sevilla está prohibido aparcar el coche durante más de 5 días en el mismo lugar. En Badalona se prohíbe a los musulmanes rezar en la calle y en Torremolinos está prohibido usar monopatines en zonas no autorizadas. El Ayuntamiento de Alcúdia (Baleares) prohíbe tener gallinas en casa y algunos municipios prohíben el uso del móvil en gimnasios. Canals también ha clasificado otras prohibiciones como las empresariales (las que se dictan por parte de directivos para controlar a sus empleados) y las sexistas (las que tienen como fin controlar al hombre o la mujer en alguna de sus facetas).

Canals también ha clasificado algunas de las prohibiciones más curiosas a nivel internacional. En Francia el Gobierno de Valls prohibió el uso del ketchup en comedores de escuelas con el fin de proteger la gastronomía nacional. En Singapur está prohibido mascar chicle a no ser que el consumidor tenga algún certificado médico. En Venezuela el gobierno de Maduro prohibió la Play Station y en Bolivia sucedió lo mismo con los McDonals al ser ambos, símbolos del imperialismo norteamericano. En Francia se llegó a aprobar (1910) una normativa que prohibía los largos besos de enamorados en estaciones de tren debido a los retrasos que causaban a la red nacional ferroviaria.